A las cinco de la mañana, puntualmente, hicimos nuestra oración en la Capilla y comenzamos nuestro peregrinar hacia Candelaria… A los pies de nuestra Madre pusimos todas nuestras intenciones, con el firme convencimiento de que ella se hará presente y acompañará todos nuestros proyectos para este curso. La celebración de la eucaristía, después de una caminata realizada con rapidez y mucha alegría, nos impulsó a entender nuestra vida como un continuo camino, como un peregrinar cotidiano que nos une y hace que tengamos una meta común, vivida este año especialmente con mucha pasión… ¡Viva la Virgen de Candelaria!... que siempre esté cerca de nosotros como ejemplo de fortaleza y ánimo en nuestro caminar diario.