Comentario a la Palabra XXIX Domingo del TO
¿Beberías el cáliz que yo he de beber?
Una y otra vez, queda patente la dificultad de seguir a Jesús, aceptando su propuesta de servicio incondicional. Si tenemos en cuenta que el momento de gloria fue la Cruz, comprenderemos lo absurdo de la petición de los dos hermanos.
Y los otros diez estaban en la misma dinámica, sólo que eran cobardes y no se atrevían a proponérselo a Jesús. El afán de poder, es lo contrario al Evangelio que nos dice, por activa y por pasiva, que el cristiano, es un ser para los demás. Si dejo de serlo o me dedico a aprovecharme de todos, dejo de ser cristiano.
Jesús, pone su persona al servicio de todos, no muriendo, que es su entrega final, sino viviendo para los demás durante toda su vida.
María Teresa Bengoechea.