“PAZando, desde la luz interior hacia el despejado horizonte exterior. Me tocará pasar por caminos que muestra muchos rostros, paisajes, que indicarán innumerables posibilidades pero con obstáculos que de seguro me desafiarán y pretenderán detener mi marcha, pero no la de aquellos que queremos ir PAZando ¡en búsqueda de la vida profunda! Desde esta experiencia comunitaria tendré que estar atento, porque el cansancio, el esfuerzo, los dolores, las penas, las injusticias, me pueden hacer retroceder o bloquear mi corazón y mi mente. ¿Cuál es el secreto para que este itinerario sea una profunda experiencia?” Así comenzamos la experiencia un grupo de 140 jóvenes universitarios, quienes desde el 18 al 25 de febrero tuvimos la oportunidad de compartir la vida, el trabajo y la misión con diferentes comunidades a lo largo de todo el país. Con mi grupo, hemos estado trabajando en la zona de Machiques-Zulia, zona que limita con Colombia y donde hacen vida comunidades criollas, emigrantes colombianos e indígenas de 3 importantes etnias (Yukpa, Barí, Wayúu). Es una mezcla de culturas, costumbres y lenguas que nos hacen entender la riqueza de la diversidad y a la vez reconocer el gran reto que nos invita a acoger lo diferente y a saber convivir con ello para el bien común. Nos encontramos con realidades muy fuertes y con mucha pobreza; con miedos y desánimos, pero también con gente buena, con ganas de trabajar por su comunidad y que apuesta por la vida aun en medio del dolor, la pobreza, la exclusión y el abandono que se vive en el lugar. A ellos nos unimos y compartimos nuestro trabajo y misión a través de talleres formativos para jóvenes y adultos, actividades con niños, visitas a los hogares, etc. Estas son algunas de las experiencias vividas: He aprendido en este viaje lo que nunca en ningún otro: que mi estadía por el mundo es efímera y no existe espacio en el equipaje para el cansancio cuando voy de paso, que es mejor llevar curiosidad, esa que hace exprimir intensamente cada segundo, cada instante, cada día y cada noche, esa curiosidad que tuve cuando era niña; descubro que mi vida tiene sentido cuando la vivo por alguien más que solo por mí, que no se trata de lo que doy sino de cómo lo doy, que lo más valioso no lo encuentro detrás de una vitrina, que lo más valioso no tiene precio, que el mundo genera preguntas que muchas veces no tienen respuestas… Rosa Grande, comunidad pobre de Machiques… a primera vista se me mostró entre ruinas, y es fácil quedarse con esa impresión cuando no se tiene una mirada profunda. Bastó caminar, ver más allá de lo visible, de lo superficial y de la realidad palpable; me bastó ver a través de los ojos de los niños para descubrir que existe otra realidad detrás de ésta, y es que entre ruinas podemos encontrar Esperanza. (Fiorella Hernández.4to semestre. Psicología). ¡No importa lo poco que hagamos, aunque sea lo más mínimo, puedes ayudar a alguien!. Me voy dando cuenta de esta diferencia. A veces pienso que puedo dar un servicio grande y reconocido como psicóloga; ¡eso me parece grande y profundo! Pero descubro que realmente puedes ayudar a otras personas y tocar sus fibras sin tener que hacer grande obras; puedo hacer mucho bien desde cosas pequeñitas, acompañando, aunque eso no sea reconocido. (Dariana. 5to año. Psicología) Hay miedos que te paralizan y te hacen huir; aquí siento algo diferente.… Machiques es un pueblo grande y con muchos problemas, pobreza y violencia; son realidades fuertes, tristes; que dan miedo, pero a diferencia de otros espacios, esta realidad no me hace huir ni paralizarme, al contrario, es un miedo que te provoca acercarte con mirada atenta, curiosa para descubrir una realidad más verdadera. Me he topado con mucha gente en esta experiencia; mirar los rostros de las personas me hace bien, son un libro para leer… no me puedo quedar indiferente. (Delvis Rodríguez. 6to semestre sociología) Hoy se nos invitó a tener una “mirada amiga”, realmente me hace bien y siento que empezamos a vivir el ser amigos. No todo es lo que parece, tenemos muchos prejuicios pero siempre hay algo más allá. La mirada de amigos de hoy fue muy acertada, salimos a la calle y compartimos con la gente y entre nosotros. Siento que vamos creando relaciones nuevas (Gabriela Delgado. 5to año. Sociología). Cuando fuimos a la actividad con los jóvenes, llamados erradamente “Los mala conducta”, tenía miedo porque no sabía lo que podía suceder, nos hablaron muy mal de ellos; sin embargo, me encontré otra realidad; son jóvenes necesitados, con muchas carencias y los juzgamos muy fácilmente. Cuando me adentré a la experiencia me sentí contenta, los chicos cooperaron muchos y estaban interesados en lo que compartíamos con ellos. Creo que lo que más necesitan es atención, que alguien se preocupe por ellos. Siento que pudimos establecer mucha cercanía. (Gabriela González. 5to año psicología) He pensado en los vínculos que he realizado en estos días. Me siento feliz, nos unimos un grupo de personas para llevar adelante un mismo fin, una meta. ¡Qué diferente es el vivir estos vínculos; los siento como familia! Fue una mezcla de emociones… (Adrián Valenzuela. 4to semestre. Ingeniería Informática) Al estar en un grupo e involucrarte con sus miembros, te empiezas a preocupar por el otro. Ya no te es indiferente. Me siento feliz por ello. (Fabiana Cantos. 8vo. Semestre. Comunicación Social)