Comentario a la Palabra Domingo XXXIV Ciclo B Cristo Rey

“YO SOY” Y “YO SOY REY”, EN JESÚS SIGNIFICAN LO MISMO, SU IDENTIDAD DE SER.
El contexto de la implantación de esta fiesta, nos puede dar una buena pista para interpretar hoy su significado. Fue establecida por Pío XI en 1925, en un momento en que la Iglesia estaba perdiendo poder, prestigio e influencia en la sociedad occidental. La jerarquía seguía oponiéndose a la modernidad y soñaba aún con una "restauración". El Papa creyó que una fiesta de Cristo Rey ayudaría a recuperar el terreno perdido. Jesús nunca reivindicó ningún reino para sí. Todo lo contrario, dijo expresamente que, "el que quiera ser primero, sea el servidor". “Mi reino no es de este mundo”. Afirmó de palabra y con su vida, que él "no venía a ser servido, sino a servir”. Muy diferente al poder que se ejerce en este mundo, para dominar y explotar sobre todo, a los más pobres.
"No vino a ser servido, sino a servir”
Sin duda, el Reino de Dios fue el centro de la predicación de Jesús. Pero un Reino que está dentro de nosotros, como semilla, como levadura, como fruto, como Espíritu de Jesús. Es un reinado del AMOR. No es un reino de personas físicas, sino de actitudes vitales. Cuando me acerco al que me necesita y me preocupo por él, hago presente el Reino de Dios. El Reino de Dios, lo divino que hay en nosotros, es como una fuerza, un fermento, un alma, una luz que transforma la realidad concreta de mi ser y se manifiesta fuera en toda la realidad. Se manifiesta como una cualidad, pero en realidad, es la esencia de mí ser. Yo tengo que esforzarme por hacerla surgir desde lo hondo de mí mismo, aceptando que viene a absorberme. Es necesario que tras haber cooperado con todas mis fuerzas a hacerla brotar, “consienta en la comunión, en la que mi propia individualidad se hundirá y acepte convertirse en su alimento”. (Teilhard de Chardin). Es absurdo basarse en las palabras de Pilato, para elaborar una fiesta de Cristo rey. Después de lo dicho, podemos comprender que no se trata de entronizar a Jesús, ni antes ni después de morir. No va con el Evangelio.