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Experiencia Hontanas


Experiencia en Hontanas de las Prioras Generales de Caminos de Alianza

En el Camino de Santiago Francés se encuentra Hontanas, un pequeño pueblo perteneciente a la Provincia de Burgos, y allí se puede vivir una experiencia, coordinada por las Dominicas Romanas, donde se acoge a los peregrinos, para la escucha, la oración y aliviar sus  pies cansados. 

Las cuatro Prioras Generales de las Congregaciones de Camino de Alianzas, están allí estos días, compartiendo experiencia entre ellas y con los que están haciendo el Camino que paran, en ese bello lugar, a descansar.

Compartimos la experiencia contada por Arantxa Sanz (Priora General de las Dominicas de la Enseñanza) y algunas imágenes que sirvan de invitación a quienes quieran vivir esta maravillosa experiencia.

 

Mi experiencia en Hontanas

Arantxa Sanz

(Dominicas de la Enseñanza de la I.C.)

 

“De lo que rebosa el corazón, habla la boca” y de mi corazón brota un GRACIAS inmenso al Dios de la Vida, a la Congregación Romana de Santo Domingo y a las hermanas Esther, Solange, Cristina y Ani con quienes he vivido una experiencia honda que me ha tocado muy adentro, me ha emocionado y llenado el corazón de esperanza y gratitud.

En Hontanas, un pequeño pueblo de Burgos en pleno Camino de Santiago, donde el agua mana por cualquier rincón, el Dios de la Vida me ha dado la oportunidad de vivir una semana formando comunidad dominicana con Esther Santana y Solange Damiao (Congregación Romana de Santo Domingo), Ani Díaz (Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia), Cristina Antolín (Congregación Santo Domingo) y yo (Dominicas de la Enseñanza de la I.C.). Una comunidad interdominicana donde 5 hermanas de 4 congregaciones que brotamos de un tronco común -Santo Domingo-, aceptamos la invitación de entregar estos días a una misión que sabe a Evangelio: La acogida, el encuentro, el cuidado y la escucha al peregrino/a la peregrina que llega con los pies cansados después de un largo día de camino y a quien el cuerpo le pide reposo, serenidad y silencio.

En un entorno natural precioso, cada día ha sido nuevo, diferente, una sorpresa… Ha sido un regalo todo lo vivido: Amanecer a un nuevo día; abrir la ventana y recibir los rayos del sol y escuchar el sonido del agua de la fuente que mana y corre…; el primer encuentro del día todas juntas en el desayuno; la oración de la mañana reposada y sin prisa que nos ha dado energía para toda la jornada; las conversaciones prolongadas en torno a la mesa de trabajo durante la mañana, en las comidas,… donde seguimos soñando, vislumbrando y entretejiendo nuestro peregrinaje en este Camino de Alianza.

Y la experiencia honda, honda está por llegar… y llega en el momento central del día de este peregrinaje en alianza dominicana: Las 5 de la tarde, una hora mágica, la hora del encuentro con los peregrinos/as que se van acercando para recibir ese masaje que alivia sus pies. Y aquí quiero detenerme… porque, realmente, éste es un momento único que lo he sentido y vivido como un espacio de encuentro “sagrado” con cada uno de los peregrinos con quienes he podido conectar desde el corazón mientras mis manos intentaban aliviar su cansancio. Cada encuentro ha sido como un pequeño “lavatorio de los pies” donde he sentido con fuerza que nuestros pequeños mundos se han interrelacionado creándose un vínculo más allá de la palabra, la mirada o el tacto.

Experiencia difícil de explicar… hay que vivirla… y, entonces, el corazón se inunda de una profunda alegría.

Y en este espacio de interconexión he sentido cómo algo se libera en la persona por dentro, cómo su mirada brilla y sus ojos se emocionan, lloran, sonríen, se calman…, cómo su cuerpo se va serenando y pacificando y cómo la sensación de “sentirse bien” va envolviéndole por dentro y también esta sensación me va envolviendo a mí. Un gran momento, hondo, intenso, muy emocionante, donde he notado que Dios está en cada persona y en todos nosotros, al mismo tiempo.

Y esa experiencia de Dios se fortalece en la oración que nos hermana a todos a mitad de la tarde. ¡Qué momentos más profundos y sagrados hemos vivido! Donde todos hemos recibido de Jesús esa agua que sacia de nuevo nuestra sed.

Otro gran momento sagrado, con el que despedimos el día, es la danza contemplativa, una bendición que recibimos y nos regalamos unos a otros al atardecer, formando un círculo en la plaza de la iglesia. Maravilloso espacio contemplativo con el que nos deseamos un buen camino, tanto para los que se preparan a seguir caminando al día siguiente como para quienes nos quedamos esperando a los próximos peregrinos.

Y la fuente de la Vida, de tantas vidas que van pasando por Hontanas, no se seca, sigue derrochando mucha vida, sigue dejando huella, una huella profunda: la huella de nuestros vecinos acogedores, siempre atentos a la necesidad y llenos de detalles; la huella de cada peregrina, cada peregrino,…. Y todas estas huellas han quedado grabadas en mi corazón. Varios de ellos manifestaron que el camino les estaba transformando y, es verdad... esta experiencia de camino compartido “toca” la vida de cada persona y también esta experiencia me ha llegado muy dentro, realmente es una experiencia que te cala y te cambia.

Gracias hermanas, gracias peregrinas y peregrinos de la vida con quienes he tenido la suerte de realizar un pequeño tramo del camino durante esta semana y que habéis abierto vuestro corazón… en él he visto y sentido a Dios.

¡Gran experiencia la de Hontanas!

¡Maravillosa y bendecida travesía la de esta semana comunitaria interdominicana en Hontanas!

Las experiencias de este tipo son difíciles de contar… hay que vivirlas. Y para vivirlas hay que animarse y acercarse a Hontanas.

¡Hontanas os espera!