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La vida del Padre Cueto

Infancia

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José Cueto y Díez de la Maza nace el 4 de noviembre de 1839 en el pueblo de Riocorvo, provincia de Santander, no lejos del Santuario de las Caldas de Besaya. Había nacido en plena montaña, en un vallecito en el que hay que levantar la vista para ver el cielo y en donde las montañas están al alcance de la mano.

Era de familia pobre, campesina, con medios para vivir con trabajo y sencillez, pero sin que faltara nunca lo necesario.

Sus padres, Francisco Cueto y Joaquina Díez de la Maza, tuvieron dos hijos: Juan, el hijo mayor, que tenía tres años cuando nació el padre Cueto.

Profundamente cristianos, enseñaron a sus hijos, desde muy pequeños, los caminos del Señor y se los manifestaron con sus buenos ejemplos. Se forma en José, bajo el cuidado de sus padres, su corazón y su espíritu. Va creciendo en bondad, dulzura, delicadeza, religiosidad y cultura.

Juventud

Sus primeros estudios los realizó con los dominicos del vecino Santuario Mariano de Las Caldas de Besaya.

Ya antes de la exclaustración, los Dominicos de Las Caldas habían organizado un colegio en que daban clases a los niños de la comarca que les servían de monaguillos. Este colegio fue reconocido legalmente en 1831 como centro de primera enseñanza y latinidad.

Iglesia-Yermo

Por eso sabemos que su relación con la Iglesia se remonta a sus primeros años, cuando ejercía de monaguillo con los frailes del convento de Las Caldas, motivo por el cual asistía a las clases que ellos impartían. Cuando por la edad dejó de ser monaguillo (la costumbre es que no superaran los doce años), continuó sus estudios con el Párroco de su pueblo; pero centrados ya sólo en perfeccionar el latín.

A los 17 años deja sus montañas para entrar en el Convento de los dominicos de Ocaña, lugar donde se formaban los misioneros de las Provincias de Ultramar.

El P. Cueto tomó el hábito dominicano el 17 de septiembre de 1857.

Fue un buen religioso. En él veían todos al religioso observante y trabajador, dispuesto siempre para todo y servicial para con todos.

El 19 de diciembre de 1863 es ordenado sacerdote, ejerciendo, entre otras actividades, la de Maestro de Estudiantes y Director Espiritual de los jóvenes aspirantes a la vida religiosa.

Predicador

padre-cueto-fraileEra fraile de la Orden de Predicadores y lo era por verdadera vocación y de cuerpo entero.

Su oratoria era sencilla, como el Evangelio, en un lenguaje limpio y escogido. Pertenecía a esa clase selecta de sabios que con la misma facilidad enseñan con la palabra que con la pluma, lo mismo desde la cátedra o desde el púlpito, que por medio de folletos o Pastorales.

De su personalidad como predicador, dijeron:

"No hay duda que el Padre Cueto estaba adornado de la primera y más esencial de las dotes oratorias: la honradez y la virtud."

Su vida como religioso dominico transcurre entre Ocaña, Filipinas, Ávila y Canarias. Itinerario geográfico y espiritual, enriquecido con su elocuente predicación y producción literaria y su sabiduría en la cátedra como profesor de Teología y de Derecho Canónico. Obtuvo diversos premios, entre otros, por sus obras "La Fe y la Razón" y "Breve estudio sobre el dogma y la libertad".

Obispo de Canarias

El P. Cueto fue preconizado Obispo el 1 de junio de 1891 y consagrado en Ocaña el 27 de septiembre de 1891. Hizo su entrada de Obispo en Las Palmas el día 22 de noviembre de 1891. Duarnte 17 años sirvió a la Iglesia de Canarias con entrega total a sus diocesanos, hasta su muerte, el día 17 de agosto de 1908.

escudo-padre-cuetoHizo norma de su conducta y de su gobierno la doctrina del amor. Tomando para sí el lema de San Juan Crisóstomo: "Sé austero para contigo y benigno para con el prójimo".

No tuvo más fin durante el tiempo que vivió entregado a su diócesis de Canarias, que vaciar de sí mismo su corazón para que entrasen en él todos aquellos que la Divina Providencia le había dado por hijos.

En sus Visitas Pastorales, hechas con gran dificultad por los peligros del mar y lo escabroso del terreno, se mostró siempre como "el enviado del Cielo, el Ángel de la Caridad y de la Paz".

Fundador de las Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia

Junto con la Madre Pilar, religiosa del Instituto de las Hijas de Cristo Rey, funda la Congregación de Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia, el 12 de junio de 1895. Es la primera fundación en Canarias dedicada a la educación de la mujer.

El P. Cueto veló siempre con paternal afecto por las hermanas, a las que amaba como a hijas.

«El PADRE CUETO alma y vida de aquella Comunidad no escatimaba esfuerzo alguno para dar a sus hijas lo más rico y sublime que poseía, su cariño y sus consejos, alentándolas con ellos y comunicándolas un rayo de luz en sus dudas, un esfuerzo para recuperar constantemente el desgaste de cada día»

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La presencia del P. Cueto en el Colegio fue tan constante, que raros eran los días que no aparecía por él, sobre todo al principio y cuando se realizaban las obras de la capilla.

Prestó siempre especial atención a la formación espiritual e intelectual de las hermanas, facilitándoles la asistencia a cursos de especialización en la Península y fuera de España, a fin de que pudieran dar la mejor educacioón a sus alumnas.

Hombre veraz y generoso

Era el hombre sin trastienda y sin reservas de ningún género, con las puertas del corazón y del alma abiertas de par en par y con todas sus estancias interiores a la vista.

Era el hombre que no conoce el mal, que no cree en él, que no tiene vista para verlo ni manos para palparlo.

Era el hombre que no conocía engaño, aún después de ser víctima suya mil veces. Llamaba amigos y tenía por amigos aún a los mismos que lo traicionaban.

Era el hombre que se da y que al darse a sí mismo, da a la vez todo cuando tiene. Su vida y misión apostólica son el paradigma del testigo vivo de los valores del Reino.

Resaltó en él, de manera llamativa, la virtud de la Caridad, expresada en su amor y solicitud hacia los pobres, los enfermos, los presos y necesitados de la Palabra de Dios. Las numerosas obras sociales que se crearon durante su pontificado en la Diócesis de Canarias, por iniciativa suya, dan testimonio de ello. Y así lo percibió el pueblo resumiendo su paso por las islas con estas palabras:

“El P. Cueto era antes que nada un gran corazón. Su corazón nos explica todas las acciones de su vida”.

Falleció en Las Palmas de Gran Canaria, el 17 de agosto de 1908. Sus restos reposan en la Capilla de la Comunidad de San José, Las Palmas.